El hospital Nasser, en el sur de Gaza, está al doble de capacidad, desbordado por la gran cantidad de personas que llegan con heridas sufridas en los puntos de reparto de comida de la fundación privada estadounidense.
Desde el centro, el director de la oficina de la Organización Mundial de la Salud en los Territorios Palestinos Ocupados, dijo que el centro estaba completamente transformado en una gran sala de traumatología.
El hospital, que sufre una enorme falta de medicamentos, materiales y combustible, tiene 350 camas, pero en la actualidad trata a 700 personas, la mayoría heridas durante incidentes en el reparto de comida de la fundación estadounidense e israelí.
“Hay muchos niños y jóvenes adolescentes que reciben las peores heridas porque intentan conseguir comida para sus familias. He hablado con los padres. Uno es un niño de 13 años que recibió un disparo en la cabeza y ha quedado tetrapléjico. Otro, todavía un adolescente, de 21 años tiene una bala todavía alojada en el cuello y está tetrapléjico”, dijo el doctor Rick Peeperkorn.
En Cisjordania, las fuerzas de seguridad israelíes reanudaron ayer las demoliciones en el campamento de Tulkarem, en el norte, tras una decisión del Tribunal Supremo israelí que las autoriza en casos de "necesidades urgentes de combate o consideraciones de seguridad imperiosas".
“El campo está vacío y se ha desplazados por la fuerza a sus residentes, lo que deja en papel mojado cualquier pretensión de que tales demoliciones sirvan a algún objetivo legítimo de seguridad”, señaló Roland Friedrich, el director de UNRWA en Cisjordania en su cuenta de X. “Estas demoliciones son ilegítimas y deben cesar”.