por Juliana Jaramillo Pabón (*)
Cuando pensé en escribir este artículo para nuestro magazine, quise centrarme en dar un aporte para aquellos seres humanos que en este momento se encuentran enfrentados a la muerte de sus seres queridos, o a su propia muerte. Por tanto, este artículo pretende constituirse en una buena excusa o en una gran oportunidad, para generar un proceso reflexivo acerca de uno de los “peores” miedos del ser humano o quizá podríamos decir, el que genera un gran pánico en casi todos los humanos: LA MUERTE.
Este pequeño escrito pretende inducir un proceso reflexivo, crítico y comprensivo, para quien lo lea y para quien se aproxime a él. Desde nuestra organización, tenemos pleno conocimiento que a través de textos o de escritos, no pretendemos que los lectores dominen el miedo a la muerte, pero lo que si queremos en Continuo Educación es empezar a generar e instalar, por lo menos de manera cognitiva y racional, un proceso de entendimiento, acerca de las posibles causas de ese miedo, causas que se instalan en los imaginarios sociales, en lo colectivo y también en lo personal.
En los siguientes párrafos me referiré a algunas de las posibles causas que han estimulado, orientado y fundamentado el miedo a la muerte, en el ser humano y en nuestra sociedad, desde algunos autores:
ENTENDER EL MIDEO A LA MUERTE
Empezaré citando a uno de mis autores preferidos: Osho, quien me inspiró para fundamentar y narrar desde su visión: el miedo a la muerte en el desarrollo de mi tesis doctoral. Asegura Osho que el miedo a la muerte es producto de la ignorancia, desconocimiento y falta de conciencia, y nos aclara de manera muy contundente que este miedo no se puede vencer, propone que solamente deberíamos entenderlo.
Por lo tanto, el miedo a la muerte no surge de la muerte misma, sino de las creencias, imaginarios sociales y opiniones que se manejan acerca de ella (que de por sí tiene muy mala prensa), de manera colectiva y de manera personal, destaca el autor la influencia socio cultural. Aquí hago un llamado de atención a los educadores y padres de familia, pues gracias a nuestra educación judeo-cristiana nos han formado desde preescolar con unos imaginarios de por sí terroríficos acerca de la muerte y el morir.
En muchos de los textos escolares, y en los discursos de maestros y padres de familia, nos muestran a través de narrativas, que cuando morimos podemos ir a lugares horrendos, como por ejemplo el infierno, y que seremos castigados por algunos de nuestros actos (los que socialmente se consideran malos o pecaminosos). Estas categorías nos han sido impuestas, (poca elección tenemos como niños o alumnos) desde la educación religiosa (por lo menos en Colombia) y creería que la pretensión es paralizar y manejar a la población con la idea de un castigo eterno (que paradójicamente a nadie le consta, ni siquiera a los que pregonan estas ideas).
NO ASOCIAR MUERTE Y CASTIGO
Sin lugar a dudas, estas narrativas paralizan a cualquier ser humano.Instalar dentro del imaginario social y colectivo la posibilidad de arder eternamente en llamas, hace que cualquiera de nosotros, y hasta el más valiente, tengamos no solo miedo, sino pánico a la muerte, y creo que la única manera de empezar a “destabuizar” el gran tabú de la muerte y su miedo, sería empezar a develar todas esas categorías hegemónicas que nos han sido impuestas desde la familia, la sociedad y el proceso educativo, y revisar con juicio crítico otras posturas, ideologías y religiones, que no necesariamente asocien muerte y castigo.
En la actualidad surgen numerosas narrativas y cosmovisiones acerca de lo que nos puede suceder cuando abandonemos este cuerpo. Comprender de manera crítica y fundamentada lo que nos puede pasar cuando morimos, con posturas argumentativas, y permitir a los estudiantes y todos los seres en formación conocerlas, para ampliar el espectro, hace que hasta dudemos de ellas, y podamos por lo tanto construir nuestra idea de muerte, finitud y eternidad, de acuerdo con los procesos formativos a los que estemos expuestos a lo largo del recorrido de la escolaridad.
Recordemos que un verdadero y genuino proceso educativo nada tiene que ver con el adoctrinamiento. Si adoctrinamos no estamos educando. Permitir a todos los estudiantes que estructuren y configuren la idea de muerte, finitud y eternidad, basados en numerosas posturas y creencias, podría ser una buena alternativa para reducir lentamente el miedo y el pánico a la muerte. Aclaramos que todas esas posturas son absolutamente respetables, pero si estamos hablando de educación, debemos permitir que los estudiantes accedan a las múltiples formas de ver qué sucede después de la muerte, sin la imposición de ninguna perspectiva.
LO QUE NOS ATERRA DE LA MUERTE
Ahora me detengo en otro de mis autores preferidos: el historiador Aries, de quien considero que dejó múltiples aportes para escribir mi tesis doctoral, y del cual desarrollo unas argumentaciones en el otro artículo para nuestro magazine.
En su texto “Morir en occidente”, el autor nos dice que en la edad media y hacia su final, los humanos vivíamos en absoluta familiaridad con los muertos y la muerte, pero a finales del siglo XVIII la muerte se considera, así como el acto sexual: “una ruptura atractiva y a la vez terrible de la familiaridad cotidiana”. Es decir, para Aries aquí se empieza a gestionar un profundo cambio en las relaciones entre el hombre y la muerte. Esto lo explicito para ejemplarizar que se vivía en apacible familiaridad con la muerte, sin el miedo que se difunde a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, con razones como por ejemplo el miedo a ser enterrado vivo.
Finalmente, destaco otro argumento a favor del miedo a la muerte, que se refiere al miedo a desaparecer. Bauman en un precioso texto denominado “Mortalidad, inmortalidad y otras estrategias de vida”, en el capítulo La especia egoísta; y May en su texto “La muerte: una reflexión filosófica”, en su primer capítulo titulado Nuestro trato con la muerte. De manera coincidente afirman que los humanos no queremos desaparecer, nos aterra y paraliza la idea de dejar de existir.
Por esto, nos indican los autores, cuando se nos anuncia que tenemos una enfermedad terminal, nos acercamos más y más a las religiones, ellas son las únicas que nos aseguran una idea de continuidad, de no-desaparecer. Por supuesto, esto devela la idea del fuerte apego que tenemos a la vida y sus condiciones, y creo que estos aspectos deberían ser de absoluta obligatoriedad o deberían ser incluidos en el currículo y en las prácticas educativas. Me refiero a el desapego: Formar en el desapego (categoría que trabajamos fuertemente en nuestras publicaciones en Instagram y LinkedIn.
EL MAYOR TABÚ DEL SIGLO XXI
Finalmente, y como conclusión, expreso que este miedo espantoso y paralizante, que tenemos en la actualidad hacia la muerte y el morir, viene a constituirse en el mayor tabú del siglo XXI, más potente que el tabú sexo, predominante durante muchos años (y que, en nuestra cultura colombiana, sigue sin ser “destabuizado”). Es decir, el tabú muerte superó al tabú sexo, reemplazamos uno por el otro, para seguir estancados y frenando nuestro proceso evolutivo como seres humanos.
Estas pocas ideas que he esbozado son semillas que espero produzcan serios cuestionamientos tanto individuales y como colectivo, y empecemos a analizar, interrogar y cuestionar el miedo a la muerte y ojalá podamos por fin como especie, aceptar que somos FINITOS Y MORTALES, y QUE TARDE O TEMPRANO ABANDONAREMOS ESTA TIERRA Y ESTE CUERPO QUE HABITAMOS.
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Referencias Bibliográficas
Jaramillo, J. (2017). Educación para la muerte: imaginarios sociales del docente y del estudiante universitario en Colombia (Tesis doctoral). Universidad Autónoma de Madrid, Madrid.
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(*) Juliana Jaramillo Pabón es psicóloga, Máster y PhD Educación-Universidad Autónoma de Madrid (España).
Una persona que le ha apostado a la educación y a los procesos educativos durante 35 años, aproximadamente. Ha sido decana de una facultad de Educación, docente universitaria, conferencista e investigadora (tanto a nivel nacional como internacional) en el área de la Didáctica Universitaria, y hace 15 años se ha dedicado a la Educación y la Pedagogía de la muerte, creando la organización Continuo Educación, pionera en el abordaje del tema en Colombia.
Mayor información en https://continuoeducacion.co/ +57 3137515091, Bogotá